La Habana, la Alegría y la Libertad

Camino por mi querido Conce, al lado mío pasa gente que no me mira y también pasan personas a las cuales yo no veo. Nadie saluda a nadie y no puedo evitar recordar La Habana.

He estado en varios países y en varias de las ciudades más imporantes del mundo, pero en ninguna me he sentido tan libre, tan feliz y a la vez tan miserable y mal agradecida como en La Habana. En ningún otro país he visto gente tan bella como en Cuba, con tanta alegría, tan llenos de colores y de música. No he visto gente con los ojos tan brillantes. No pierden oportunidad para quejarse de lo mal que lo pasan, de lo pobres que son, lo cual está a la vista. Sin embargo no dejan de bailar y ser felices .... eso es muy raro, algo "maravilloso y desconocido" para mi.

Tan maravilloso y desconocido como la atención que te ponen esos ojitos brillantes cuando te preguntan sobre cómo es el mundo afuera de La Isla. Tan impresionante como ver tanta inocencia en esos ojos, pero no por ausencia de lujuria, la cual a los cubanos les sobra tanto como el ron, sino que esa inocencia que no tenemos nosotros, esa que tiene que ver con el capitalismo, esa inocencia que el consumismo me robó, que me consumió.

En qué otro lugar me podría encontrar con un taxista Médico Cirujano!. No sólo de amor vive el hombre. Los CUC que gana como taxista valen más que los CUV que gana como médico, pero cada vez que los ahorros lo permiten vuelve a la medicina, por pasión y vocación de servicio ... dónde más voy a ver eso si la salud es un bien de consumo, un negocio tan rentable como la educación ... dónde más veré a gente con toda su dentadura si en Chile la Salud Bucal tiene una cobertura deplorable y los tratamientos dentales sólo pueden ser pagados por la gente con mayores ingresos??

Es raro sentirse libre en un país donde existe represión, pero mi intención es hablar de sentimientos y no de política. Nunca me sentí más libre que en un país donde no tenía conexión a internet, ni más maravillada que en el momento que tomé esta foto, cuando mientras me tomaba una cerveza a la luz del atardecer escuchando un son cubano, vi a unos perritos callejeros jugar con toda la felicidad y libertad del mundo, sin duda un momento mágico en mi vida, magia que no sentí en los perros grises que vi en Múnich, ni mucho menos en lo que recorrí de Estados Unidos. Sin duda La Isla tiene algo único.

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